“Doy un show para abrir preguntas, no para dar respuestas"



El sábado 2 de agosto, en el Espacio Cultural Julián Centeya, ubicado en Av. San Juan 3255, Boedo -tierra de poetas y esquinas literarias- Lucía D´Agostino presentó su espectáculo Palabras de amor, al que acudieron más de 90 personas. 

Minutos antes del comienzo, desde el camarín se escuchaban las voces del público que iba llegando: saludos, expectativas y murmullos que sonaban como ecos anticipados, anunciando algo especial. Pero lo que muchos desconocían era que esa noche fría de Buenos Aires se transformaría en un refugio cálido, sostenido por la voz, el cuerpo y el alma de Lucía, que les llegaría a través de cada mensaje y canción.


Un espacio encendido por la emoción

A las 20:30, Lucía subió al escenario junto a sus dos músicos: Patricio Migueles en piano y Alan Monserrat en percusión. Las luces escénicas -rojas, verdes y una blanca intensa- se alternaban sobre ellos, envolviéndolos en un resplandor íntimo. El resto del auditorio permanecía en penumbras: todo estaba apagado, salvo el escenario. Era como si el mundo se hubiera detenido ahí, en ese juego de sombras y destellos.


Patricio Migueles, Lucía D´Agostino
y Alan Monserrat

En ese instante, con los primeros acordes de “Comienzo y final de una verde mañana”, de Pablo Milanés, Lucía con su inusual voz de contraalto -una de las pocas en Argentina- comenzó a desplegar un repertorio diverso y sentido: baladas, boleros, tangos y una rumba; todos interpretados mediante gestos que hablaban y acompañaban el fluir de la melodía, mientras la pasión que la atravesaba, como un déjà vu emocional, se deslizaba en cada entonación.


  


Música y pensamiento: una fusión que interpela

A medida que el show avanzaba, Lucía iba revelando que las canciones no son solo melodías, sino mensajes que dialogan con la vida cotidiana. Como psicoanalista y artista, ella articula cada canción con una reflexión que la antecede. Lo que interpreta no está separado de lo que piensa: hay una fusión entre música y pensamiento que transforma al espectáculo en una experiencia reflexiva que invita a pensar y sentir desde otro lugar.

No son solamente composiciones: Lucía habla, cuestiona, propone. En “Último round” y “Arráncame la vida”, por ejemplo, se interroga sobre los vínculos amorosos y sus contradicciones: “Dar el show es un momento para mirar un poco nuestras vidas y echar conciencia”, reflexiona Lucía emocionada, y esa frase es el verdadero hilo conductor de todo el espectáculo que despliega.



Canciones que se encarnan: el cuerpo como mensaje

De acá nace la fuerza de lo interpretativo de cada tema: las personas dicen que las melodías les tocan lo más profundo: “Me llegaron al alma porque Lucía no interpreta piezas: las vive y habita”, dijo Fernando Jiménez. Y esa entrega se volvió imagen en una de las composiciones, cuando Lucía hizo el movimiento de acunar a un bebé: una imagen potente, cargada de ternura, que evocó “Las nanas de la cebolla”, de Miguel Hernández. Fue en ese momento que varios espectadores reflexionaron sobre la maternidad, conmovidos por la fragilidad y la belleza que transmite.

Emocionados hasta las lágrimas, otros se conectaron con el desamor y la soledad con “El romance del curro del palmo”, de Serrat. “A diferencia de un concierto convencional, lo que Lucía hace es encarnar el sentimiento del artista cuando concibe cada creación y así es cómo la convierte en una historia aparte. Con Sandro sentí la fuerza de la pasión; Serrat, la palabra profunda, y los tangos… ese desafío entre pausa e impulso. Hay que agradecerle por recordarnos que cuando la música nace desde lo más hondo no solo se escucha, se siente en la piel, toca el corazón”, expresó Fernando.


 


“Lo que canto no viene solo de la voz, sino del corazón. Son palabras que me habitan, que me duelen, que me transforman. Y cuando las comparto, el escenario se vuelve un espacio de eco emocional, de sentido, de autenticidad”, dijo Lucía. Y es que el show tiene ese plus: no se trata simplemente de escuchar a una cantante, sino de dejarse tocar por lo que expresa, que cada palabra pueda resonar en las vidas, corazones y almas de quienes la escuchan.


Música más libro: saber compartido

En un momento especialmente preparado para el público, se encendieron las luces y el auditorio se iluminó por completo. Con ese clima de cercanía, comenzó el sorteo del cd Amor… quedémonos aquí, y de su libro Introducción al psicoanálisis y a la psicopatología psicoanalítica Freud-Lacan, para todos y todas, declarado de interés cultural por la Legislatura porteña. Lucía iba anunciando a los ganadores y muy contentos se acercaban al escenario entre aplausos y gestos de gratitud.


Cd: Amor... quedémos aquí. 
Libro: Introducción al psicoanálisis y a la psicopatología
psicoanalítica Freud-Lacan, para todos y todas


Una entrega genuina que reflejó el espíritu colectivo de la noche fue el espacio que Lucía cedió a los músicos, que puso en acto el espíritu compartido de la velada. Patricio Migueles interpretó en piano “Alfonsina y el mar”, de Ariel Ramírez. Y lo mismo ocurrió con Alan Monserrat, quien ofreció una vibrante versión de “Fuego y pasión”, del Potro Rodrigo. En esa misma sintonía, se agregaron temas bellísimos e interesantes como el himno de Benedetti, “Somos mucho más que dos”, y de Manzanero “Contigo aprendí” y “Adoro”, que aportaron profundidad y ternura.


Patricio Migueles, en piano (izq.)
Alan Monserrat, percusión

Es importante destacar que tanto el show como el libro tienen una misma finalidad: tomar conciencia para que todas y todos vivan más felices, con mayor calidad de vida y que puedan transformarse. El libro, pensado para horizontalizar el saber y abrir el acceso al conocimiento, dialogó con cada canción, silencio y gesto compartido.


Cuando el público responde con la voz

Al ir cerrando la noche, las luces volvieron a encenderse y a iluminar al público que fue invitado a dar voz a la música, guiado por la calidez de Lucía. En sus asientos, los oyentes tenían una pequeña lista de temas y, como si cada palabra les perteneciera, levantaban sus voces para acompañar los acordes. “Por una cabeza” desató una ovación celebrada en conjunto.

El auditorio vibró con el alma en cada nota, como si ese tango eterno les habitara el cuerpo. “Me puso muy contenta que gritaran “¡bravo!” y también por la emoción que veía”, manifestó Lucía. Adrián Risman destacó: “El show de Lucía fue muy pero muy bueno. Una calidez profunda en sus interpretaciones. Los temas que eligió, buenísimos, y encima el agregado de cada uno: su historia, contexto y significado. Muy recomendable”.



Próximos encuentros

Así, entre canciones que abrazan, palabras que despiertan y emociones compartidas, Lucía dejó encendida una llama que seguirá iluminando a cada persona. Y como toda experiencia que transforma, ya se anuncian los próximos encuentros:


📍 20 de septiembre – Gala Estrellas del Sur, en Montevideo, Uruguay, en el Hotel Radisson. Lucía recibirá un premio por su labor artística y social, y cantará para más de 250 personas.





📍 Noviembre – Fecha a confirmar, en el Espacio Cultural Julián Centeya.


📍 20 de diciembre – En Taconeando, 21 hs.



*Nota realizada por Stella Roque con derechos de autoría




Comentarios

Entradas populares